José Martí: el mambí más tiza, mujeriego y enviao del ejercito libertador

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Dibujo del caricaturista cubano Garrincha

Por Rodrigo Hernández

José Martí era un tiza, estaba escapao ese bicho, jugando a los cubiletes nadie le ganaba, y ofendiendo a los españoles mucho menos. Por eso es el más grande de todos los cubanos, por eso y por sonarle la cara a unos ahí que querían que Cuba fuera socialista. Muchacho, se le fue la diplomacia al Apóstol y les partió para arriba: "¿Qué socialismo de que pinga?" El pepe siempre andaba enviao.

Este texto es un homenaje a nuestro José Martí así que les traemos algunas curiosidades del que es el más universal de los cubanos, aunque los comunistas quieran hacerle creer a uno que ese puesto es de Fidel Castro. Mira, para lo único que servía la piedra era para fusilar y para cagarse encima cuando se quedaba dormido. Que asco.

Martí era de otra especie. Imagina que desde chiquito ya enamoraba a las niñas del barrio con poemas que copiaba en la biblioteca y les hacia creer que los escribía él, que cabrón. Y cuando creció se comía a las mujeres con la verdadera muela y cuando venía a ver, el Apóstol les estaba metiendo mano por debajo de la saya y ellas solo decían “Ay Apóstol, que labia más rica tu tienes, sigue, sigue ahí”.

Como todo cubano que se respete nos salió gusano, así que cumplió prisión política por decirle singao a los españoles y luego de que lo exiliaran se dedicó al periodismo independiente, a hacer directas, que en aquel tiempo le decían discursos, y a jugar a los cubiletes. Era bueno el apóstol jugando. No solo jugó a los cubiletes, también jugó a la brisca y verdad o reto. 

Se le conocieron 6 mujeres, 10 amantes y más de 20 jóvenes que salían cada mañana de su habitación en la Florida, Estados Unidos.

Martí era un tipo amable y tranquilo, pero se volaba como un zapato cuando le decían que Cuba nunca iba a ser libre o que iba a ser comunista. Un día se cayó a trompones con unos tabaqueros por decir que los cubanos querían justicia social. Aquello se puso feo, Máximo Gómez y Antonio Maceo tuvieron que meterse a desapartar la bronca: ¡Los despingo oite! ¡A mí cáiganme en alicoptero, tankeguerra y toda la vaina esa! ¡Suéltame Gómez que me los chupo asere!

Nuestro Apóstol no fue un inflador como Díaz-Canel, López Callejas o Yunior García. Ese si volvió a la isla para liberarla. Porque sabía que los españoles se iban a volver comunistas en el futuro y esa mierda no la quería para su país. Así que vino a Cuba a pelear, como el cubano que era. Además, Carmen, una jevita que tenía en Santiago de Cuba le puso la precisa: “Papi no aguanto una mentira más, muy rico las video llamadas y las recargas, pero ya quiero que me des como gaveta que no cierra. Ven ya mi papichulo que me tienes malita”.

Lamentablemente murió un día como hoy en manos de la dictadura española, pero nos dejó una de las frases más hermosas de todos los tiempos: DPEPDPE.