Mariela Castro nos habla de cómo conoció a su esposo italiano Paolo Titolo


Por Helena Álvarez 

MC: Ay periodista, ¿qué quieres que te diga? Yo estoy locamente enamorada de él, qué enamorada, estoy frita con él. Muerta morida maric... en la carretera. Imagina que lo conocí en una discoteca muy loca que hay en Berlín, que te pasas tres días allá dentro toda desalborotada, casi sin ropa por supuesto. ¿Sabes cual es la que te digo?

HA: No sé.

MC: Niña sí, la discoteca donde firmaron la Matrix, ufff. Cuando yo ví a aquel blanco meneándose encima de otro hombre mientras le tomaba fotos me dije. Mi misma, esa carne es de primera, no la vayas a desperdiciar. Muchacha lo agarré por la cadena que tenía en el cuello y le puse aquello en la cara y se lo comió todito. ¿Nunca has ido a Alemania?

HA: Nunca he ido no.

MC: Pues después de eso yo le di el número de teléfono pero ni le cogía las llamadas. Me hacía la loca tú sabes como somos nosotros las cubanas (Risas) además yo andaba con una estudiante del ISRI que me llevaba de la mano y corriendo. ¡Ay periodista como la juventud nada!

HA: Así mismo.

MC: A esa la cogí nuevecita en una actividad del Cenesex. La casé cuando fuera al baño y le caí atrás y me le cuadré en la puerta. Estoy pa todo contigo, le dije, y allí mismo se bajó el Blumer y se formó.

HA: ¿Y tu esposo? 

MC: Cierto mi esposo (risas). Nada un día estaba yo por Monte Carlo en una reunión internacional de las federadas y me lo encontré. Resulta que el niño además de ser artista también tenía muchísimo dinero con sus bares y cantinas y cuando se lo conté a mi papá aquel empezó a dar gritos del otro lado de la línea. Me dijo que me tenía que casar con él sí o sí. Y pues nos casamos. Mi papá fue el que me acompañó a comprarme mi vestido de novia. Lo elegimos entre los dos en un viaje secreto que hicimos a Milán. ¿Has estado en Milán?

HA: No no.

MC: Pues mi padre que es un amor de persona, el cubano más digno que hay, nos preparó la boda en Cayo Saetía. ¡Ay periodista, que boda más hermosa la mía! No me puedo quejar. Haila nos cantó y todo. Y la langosta a chorro. Mi esposo hizo un pool dance de esos que el mete. Frita, frita con ese italiano. Demás está decir que en la cuestión es un locote y se manda. Nada de eso de europeo mojigato, el niño se manda. Cuando se fueron todos lo invitados me levantó en peso y me llevó hasta la playa y allí, en medio de las aguas cristalinas del Caribe me dio bajando andanda. Además, Cayo Saetía es bellísima. ¿Nunca has estado allí?

HA: Mira Mariela… gracias por la entrevista.