La verdadera historia del asalto al Cuartel Moncada contada por el propio Fidel Castro (Segunda Parte)

Por Rodrigo Hernández

Llegada esa misma noche del 26 todos los miembros de la banda de Fidel Castro agarraron sus escopetas de perle y esperaron las ordenes y el pago correspondiente que el futuro dictador les había prometido para ir a asaltar al Cuartel. Pero pasó una hora y Fidel no salía del cuarto, poniendo a todo el mundo impaciente. 

Por otro lado, estaba Hayde Santamaria preguntando si habían visto al hermano y Raúl le dijo que andaba "con la peluita del caserío de por allá adelante", que seguro los alcanzaba por el camino. Mentiroso, él mismo enterró a Abel y le sacó el ojo con un lapicero para enseñárselo a su hermano mayor.

De repente Fidel llama por teléfono y dice que no tenía el dinero para pagar por la pincha del asalto que nos cogíamos por ahí. Mira. Aquellos guajiros se explotaron. Todo el mundo miró a Raúl y ese se puso chino de verdad. Lo cogieron por el cuello y lo montaron en un carro y arrancaron a buscar al mentiroso de Castro. 

Recorriendo las calles de Santiago de Cuba uno de los asaltantes le pasa por al lado una muchacha muy linda manejando a alta velocidad y esta le tira un beso que el chamaco se sonrió y se puso rojo. Pero luego la alcanzó en un semáforo y mirándola bien. ¡¡Pero Fidel!!

Ahí mismo Castro con una peluca y con la cara toda maquillada sacó una pistola y le cayó a tiros al hombre. Cambio la luz del semáforo y comenzó la persecución. 

Los otros asaltantes se dieron cuenta y también se metieron en la persecución. Resulta que Fidel se había disfrazado de jeva para dejar quemado a todo el mundo, pero lo descubrieron.

Así que cogió rumbo al Cuartel Moncada para que los soldados de la posta lo ayudaran. Su plan era infalible.

Llegando al cuartel se estrelló contra una de las garitas y salió corriendo para arriba de uno de los guardias contándole de que unos malhechores lo querían violar. Al llegar los otros autos a la entrada del Cuartel ya los soldados de Batista los estaban esperando. Aquello fue como jugar al Call of Duty. Qué abuso.

Los tiros sonando afuera del Cuartel y Fidel dentro con una manta por encima, tomándose una caldosa y zorreando con los soldados. En una de esas un capitán que le quería meter mano lo agarró por el brazo y la metió en una oficina. La viró contra el buró y Fidel no habló nada. El capitán le subió el vestido y cuando vio aquello se quedó paralizado. Castro se viró y le dijo: 

"No es lo que parece, te lo puedo explicar". 

En eso entraron unos soldados que también se quedaron mirando a Fidel con cara de, "y esto qué es", pero no hicieron caso y le dijeron al capitán que ya habían cogido a todos los terroristas y que tenían a un chinito lloriqueando en el hospital con un ojo encajado en un lapicero y gritando ¡Fue Fidel! ¡Fue Fidel! 

"Pero la verdad nadie sabe a que se refiere, mejor que lo vea usted mismo". Así que los oficiales se fueron y Castro se quedó en la oficina pensando en lo chivatón que era su hermano.