Imagínense que cogimos
in fraganti a Randy Alonso en el aeropuerto Internacional José Martí, con su
maletica de manos y su cara de comunista abnegado. Nos dijo que se iba para
Santiago de Cuba, a una Villa cerca de los pies de la Sierra Maestra, sin televisor,
sin internet, sin lujos.
Nos dijo que para sentir lo mismo que sintieron los barbudos. Que ahí es donde cada revolucionario debería pasar sus vacaciones. Pero en realidad Randy nos engañó, no se iba para Santiago de Cuba, sino para la famosa y afrodisiaca Punta Cana.
Como lo leen, después de
darnos tremenda muela sobre el ordenamiento, por el altavoz del aeropuerto se
escuchó el llamado para Punta Cana, Republica Dominicana, y Randy Alonso se fue
gritando "que ese avión no se vaya sin mí por tu vida".
Después de un rato nos lo
encontramos en el baño fumando antes de abordar, y entonces nos contó sobre sus
vacaciones.
Dice que sí, que él se
pasaba las vacaciones en la Villa esa modesta en Santiago de Cuba, y que era
feliz con todo eso del comunismo y el sacrificio, hasta que un día en el
aeropuerto se tropezó a Ricardo Alarcón acompañado de un joven, pero que
Alarcón lo ignoró y no lo saludó.
Dice Randy que él creyó en
ese momento que se iban para alguna de las Villas del Minint en Varadero.
Hasta que se lo volvió a
encontrar y Alarcón tampoco le hizo caso, pero los siguió y al joven se le cayeron
los boletos de avión, y él que es un lince los recogió y los leyó antes de
devolverlos:
"Ricardo Alarcón,
Dubai, American AirLines, primera clase. Humberto Lopez, Dubai, American AirLines, primera clase".
Nos cuenta Randy, que "Alarcón
se puso muy nervioso, y a hablar de que si los aviones se congestionan en el
aire y no sé qué, ni siquiera presentó al joven", solo le dijo, este es mi
abogado.
Y que, por esa razón, él,
Randy Alonso, se pasa sus vacaciones en Punta Cana. Que siempre reserva en un
hotel cinco estrellas de la cadena Hilton. Se queda en la suite principal, que
siempre la tienen disponible para él. Y que lo reciben como si fuera el
presidente de Cuba.
Nos dijo que se lo merece por tanto que ha sacrificado por el comunismo, y que la revolución puede durar 62 000 milenios más, mientras él siga teniendo unas vacaciones así de sabrosas.