Por Malpa López
En la mañana del 10 de octubre, Día de la Independencia Nacional, la enorme roca que guarda los supuestos restos del ex dictador cubano Fidel Castro en el cementerio de Santa Ifigenia, Santiago de Cuba, amaneció “adornada” de elementos extraños.
La noticia solo se hizo pública hoy debido a la secretividad de las investigaciones realizadas por parte de la Seguridad del Estado en el lugar.
Uno de los enterradores del camposanto comentó para Ay, que muela! lo sucedido.
“Aquí todos nos asustamos cuando nos enteramos, comenta. Que se haga la limpieza de esa área a las 6 de la mañana y te encuentres todo ese montón de ropa interior de mujer, una bandeja metálica de comida con restos de chícharos, tres percheros, y muslos de pollo. Eso mete miedo y horripila de verdad. Nadie puede estar seguro de que no lo vayan a fusilar por eso”.
Inmediatamente las autoridades del MININT, las FAR y Salud Pública comenzaron las investigaciones y el cementerio cerró durante cuatro días. Los interrogatorios a todos los trabajadores se realizaron a plena luz del sol de manera ininterrumpida.
“Ellos montaron una mesa y par de sillas entre las tumbas de Mariana Grajales y Carlos Manuel de Céspedes, Madre y Padre de la Patria. Día y noche. Nadie se movió de la necrópolis. Al final se descubrió la cuestión. A Anselmo, uno de los custodios, la mujer lo botó y él le llevó todos sus blúmers. Se comió una cajita de pollo y se fue en una lancha para los Estados Unidos, o por lo menos eso fue lo que dijeron los agentes de la Seguridad del Estado, y debe ser cierto, porque desde entonces no lo hemos visto más”.