Por Simeón Salas
“La gente se ha vuelto loca, asere, pero de pastillas y eso, y de encierro. Lo que pasa es que en este país sobra el encierro y no los medicamentos. Ah, si fueras un loco militante, otro gallo cantaría”. Así respondió a este periodista uno de los custodios del Hospital Psiquiátrico de la Habana, Mazorra, que prefirió el anonimato.
En las últimas semanas han llegado al Hospital más de 10 mil personas remitidas en secreto por consultorios médicos y policlínicos de la capital. Las prescripciones advierten diversos trastornos asociados a la ansiedad, la despersonalización, desorientación y otros desórdenes mentales.
“Muchacho, esto aquí no para desde hace rato, cuenta el custodio. Primero llegaban por sus medios, no sé cómo hacían, porque no había transporte. Luego, cuando la cosa se puso peor, la gente llegaba en ambulancia ¡acostada y todo!”
La larga cuarentena y el posterior toque de queda impuesto por el régimen de La Habana para frenar el coronavirus en la capital han desatado otra pandemia, pero esta vez psiquiátrica.
“Ya casi soy un experto en la materia. Los veo llegar y digo: este tiene trastorno adaptativo, este estrés postraumático y este, mmm, hay algunos que llegan sin solución, los sicóticos reactivos son casos graves”. Explica el custodio sin alejarse de su garita, como si temiera salir de ella.
Hasta ahora el Ministerio de Salud Pública no ha emitido nota sobre los sucesos y todo se mantiene en secreto. Ya han comenzado un minucioso pesquisaje casa por casa para atender posibles nuevos casos. Es probable que tanto secreto se deba al hecho de no crear alarma en la población cubana.
“Mazorra no da más, socio, afirma el vigilante. Ya está cerrado por capacidad. Andan remitiendo a la gente para otros psiquiátricos, en provincia. Yo entré aquí hace unos meses porque me volví loco en mi última cola y me encueré. Por suerte, me recuperé y me dejaron pinchando aquí, porque a mi casa no vuelvo más. No me gusta estar encerrado”.