Por Helena Álvarez
Miguel Díaz-Canel rescató en la noche de ayer a la ballena Willy y cuando ya la tenía en los brazos, tirados los dos en el suelo, Canel no se pudo resistir ante tanta belleza y le propuso matrimonio, lo que creo que se precipitó.
Resulta que el Diazca estaba sentado en el malecón habanero obstinado de la vida, solo, con un planchao en la mano y aguantando la descarga de dos guitarristas que lo creyeron turista y le querían tumbar unos fulas. Y es que el hombre está para dejar la política, no quiere ser más presidente puesto a dedo y muchos menos un singao. En medio de su lloradera se encuentra una criatura muy gorda y sin figura enredada en una malla de pesca en medio de la Bahía de la Habana.
Díaz-Canel pidió ayuda a viva voz porque andaba sin teléfono ya que Raúl se lo prohibió, pero la gente lo dio por borracho y nadie le hacía caso. Así que se tiró al malecón. Cuando se le iba acercando se dio cuenta que el bicho en realidad era una ballena, y no una cualquiera. Era Willy la de la película.
La ballena Willy es muy famosa por su lucha por la libertad y por la película también, así que Díaz-Canel sacó fuerza de las croquetas explosivas que se había comido, liberó a Willy de la malla asesina y la llevó hasta la orilla. En lo que eso sucedía varios cubanos hicieron cola porque creían que habían sacado algo para vender y otros gritaban “Liberen a Willy” “Liberen a Willy”.
Díaz-Canel la puso en el suelo y vio tan linda a la ballena con aquel tamañon y toda esa gordura que se enamoró al instante y allí mismo le propuso matrimonio. La ballena lo miró con cara de ¿Mijo y esa chealdad? Pero al final le respondió y le dijo que no, que no podía ser porque su corazón le pertenecía a otro hombre, un tal Luisito.