Hermano menor de Murillo se declara transpinareño

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Por Yannay Estrada

Como es sabido, la libertad de movimiento dentro de Cuba, a pesar de ser un derecho humano consagrado en la Carta de las Naciones Unidas, está muy limitada, al punto de que es prácticamente imposible permutar de una provincia a otra, principalmente de las provincias orientales a las occidentales, siendo La Habana la de menor acceso.

Es en este punto donde los cubanos se las han ingeniado de mil maneras para mudarse al occidente del país, y es aquí en donde a Carlos Murillo, sabiendo que es tan bruto como su hermano Marino Murillo, y con deseos de mudarse para La Habana, se le ocurrió declararse transpinareño, partiendo de que está convencido de que es un pinareño atrapado en el cuerpo de un granmense.

Su plan consiste, según dijo en conversación con nuestra revista, en que se le reconozca que es un pinareño, y que lo dejen mudarse para Pinar del Río, para más tarde buscar la manera de quedarse en La Habana; aunque por ahora, de acuerdo con sus propias palabras, se conforma con poder entrar a la capital de forma más seguida y barata.

Hay que aclarar que la noticia no tomo por sorpresa a nadie de la familia, pues desde muy pequeño a Carlos sus familiares, amigos, y compañeros de clases, le decían el pinareño, y no solo porque fuera bruto, sino también porque hablaba como pinareño, y además todo su comportamiento en la vida diaria, apuntaba a que había nacido en la provincia equivocada, algo que se justifica en el hecho de que sus padres lo habían concebido en Pinar del Río, durante una recogida de tabaco en la que habían trabajado por órdenes del fallecido dictador Fidel Castro, y al parecer la alimentación allí, más otros factores propios del lugar, incidieron en el desarrollo del feto.

Por último hay que añadir que para probar que es un verdadero transpinareño, Carlos Murillo publicó en sus redes sociales una serie de imágenes en donde se le ve en su vida diaria viviendo como un pinareño de pura cepa, algo que ha molestado a la cúpula del castrismo, porque prueba que la falta de inteligencia de Marino Murillo es algo de familia, genético, y que las máximas autoridades del país se han equivocado cada una de las veces que le han dado un cargo administrativo al gordito más incapaz del país, como los cubanos han nombrado a Murillo.