Alejandro Gil se desmayó haciendo una cola para comprar croquetas explosivas en una tienda de Centro Habana

📷 Acevedo

Por Rodrigo Hernández

El ministro de Economía Alejandro Gil se desmayó esta noche haciendo la cola en una tienda de Centro Habana y cuando despertó en el Policlínico, le preguntó a la enfermera qué iban a sacar mañana.

Gil dijo en la pasada Mesa Redonda que él también era un cubano de a pie, así que fue a una tienda de Centro Habana para demostrarlo y la cosa le salió mal.

Llegó a la tienda a las cinco de la mañana y cuando pidió el último en la cola, le dieron el 587, algo que lo dejó traumado. Intentó decirle algo a la colera que estaba organizando a la gente pero la señora lo miró con mala cara y Gil se aconsejó.

A las 10 de la mañana pasó un policía con la lista de productos que iban a sacar y a Gil se le aguó la boca de pensar lo estupendo que sería mostrar en la Mesa Redonda todo lo que compró en una tienda cubana "para que los gusanos sufran", pero nada que ver. Lo único que había eran croquetas explosivas, y solo estaban vendiendo dos paquetes por persona.

Luego de comerse un pan con minuta a 50 pesos y tomarse un refresco Tukola a 100 pesos, aún faltaba más de la mitad de las personas por entrar y el calor se lo estaba comiendo. Además, le subió la presión cuando vio cómo le salía la sangre a un hombre al que le dieron una puñalada por tratar de colarse. 

A las 7 de noche luego de prometerse y recontra prometerse que jamás volvería a cometer una locura como esa de hacer una cola para comprar en la tienda, salió una encargada a decir que las croquetas explosivas se estaban acabando, que iban a repartir un solo paquete por persona y Gil se alteró. Empezó a gritar como un loco y cuando el policía le fue arriba el ministro de desmayó.

En el policlínico le dieron a oler acetona para que despertara. El médico le diagnosticó estrés post traumático y le dijo que tomara té de moringa. El ministro preguntó qué era eso y el médico se fue de la sala indignado; Gil no entendió nada y le pidió una gelatina a la enfermera, la que también se fue indignada con el ministro y gritando improperios.