Rafael Serrano viaja a Nicaragua para reunirse con su querida ya que ella vive en Miami y ahí no lo dejan entrar por guataca y comunista


Por Rodrigo Hernández

El destacado locutor comunista guatacón Rafael Serrano fue visto en el aeropuerto de Managua, capital de Nicaragua, para reunirse con su querida, su amante, porque Miami le cerró las puertas, por chivato.

Rafael Serrano, quién se desempeñó durante décadas como locutor del Noticiero de las 8 de la noche, o el menticiero, como le llaman los cubanos a este espacio noticioso, fue despedido abruptamente hace unos días.

El público cubano se estuvo preguntando dónde estaba Serrano. No porque fuera un buen locutor o una gran persona, sino porque los memes a su bigote habían disminuido al hombre no aparecer en el menticiero. 

De hecho, había sido reemplazado por el golpeador de mujeres Humberto López, que fue, en definitiva, quien le serruchó el piso.

Sabemos de buena tinta que Humbrete pidió pista en la televisión nacional y el Comité Central se la dio, y una vez posicionado se encargó de regar el chisme de Serrano y los negocios que mantenía en Miami, y también sobre su querida a la que Serrano iba a visitar los fines de semana y se sentaba a comer con ella en el Versalles a vista de todos.

Gracias al conocido influencer Alex Otaola, a Serrano lo declararon comunista con mal olor y a Miami no pudo entrar más. De esa forma se le truncó el negocio de recargas que tiene, y de paso se le fastidio el romance con su querida; pero no del todo.

Justo ahora, que Cuba es un país a punto de explotar en cada momento, la dictadura negoció con Nicaragua y abrieron las fronteras para lograr un éxodo masivo que de paso le arme caos a Brando en la frontera, y que se siente de una vez y por todas, a negociar con Cuba, como si Brando se acordara de qué día es hoy.

Así que en medio de toda esa algarabía, Rafael Serrano, el hombre del bigote alom, aprovechó y viajó a Nicaragua para encontrarse con su jevita y seguir viviendo del comunismo, porque en Nicaragua, se va a sentir como en casa. Y lleva razón.