A Manuel Marrero le gusta revolcarse con los puerquitos que tiene en una cochiquera que construyó en el patio de la casa



Al Primer Ministro de la dictadura cubana, Manuel Marrero, le gusta revolcarse con los puerquitos que tiene en el patio de su casa, porque dice, que a veces se siente un puerquito.

Resulta que el Primer Ministro tiene ese fetiche en el que, cuando está estresado, se queda en calzoncillos, y va para el patio de su casa, donde tiene una cochiquera con varios puerquitos de diferentes colores, y el se mete a ahí, a jugar, como si fuera un puerquito más.

Según la esposa, la trovadora y come candela Marta Campos, su esposo empezó a hacerlo cuando un día, creyendo que nadie lo estaba viendo, se quitó toda la ropa en su cuarto, se puso en cuatro patas y empezó a hacer como un puerquito.

Cuando su mujer lo sorprendió el tipo no tenía donde meter la cara. Le dijo que quería probar porque el pueblo cubano le decía marrano, que quería ver si parecía uno.

Así que un par de días después llegó un camión lleno de trabajadores de la India de los que están levantando los hoteles de 3ra y 70 en Miramar, y construyeron en el patio de la casa una cochiquera con todas las comodidades. Construyeron una cochiquera lujosa. Nada de cabillas y tejas de zing, que va, la hicieron con acero inoxidable y luego que terminaron llegó otro camión lleno de puerquitos.

Todos lindos, rosados.

Marrero mismo estuvo al frente de la obra, y cuando todos se fueron, se quitó la ropa, se metió en la cochiquera y se puso a jugar con los puerquitos.

Nunca se sintió tan feliz.

Desde entonces, cada vez que termina su día, manda a las sirvientas a dejar la casa sola, para que no lo vean, entonces se queda en calzoncillos y se mete de cabeza a revolcarse con los puerquitos, a embarrarse la barriga de fango.

Nos cuenta su esposa que al principio iba a llamar para el Comité Central para detener esa locura, pero que después se puso a verlo y lo vio tan a gusto, que ahora piensa comprarle unas orejitas, una nariz de marrano, y una colita para que se sienta como lo que es, un puerquito comunista.