Todo estaba dispuesto para
que Arte 7 pusiera la película “Plantados”, del director Lilo Villaplana en la
televisión cubana, pero el hecho se frustró por un chivatazo.
El joven funcionario del
ICRT Raidel Santana, lo había previsto todo y había movido los hilos para poder
enganchar la película en la parrilla del programa dominical Arte 7 y que toda
Cuba pudiera verla, pero no pudo ser porque un compañero lo delató.
Enseguida se aparecieron los altos directivos del ICRT junto a miembros del Comité Central, y esbirros de la Seguridad del Estado, a interrogar Raidel, quien es, además de trabajador, uno de dirigentes de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC), y promotor de los trabajos voluntarios en una de las fincas que usan para filmaciones televisivas, pero también para que los dirigentes del país se recreen.
Alfonso Noya, director del
ICRT, cogió por el cuello al muchacho y le gritó que por qué hizo eso, y Raidel
le respondió "porque sí, porque esto se jodió. La revolución va a perder
la pelea y es mejor pasarse para el bando ganador ahora que estamos a tiempo".
Raidel alegó que él siempre
ha sido un joven comunista y siempre ha cumplido con las tareas de la
revolución, "pero ahora mismo no puedo comprar ni las cosas básicas, porque
son en dólares, y yo no gano dólares. Así que basta ya. Si esto se va a caer,
que se caiga, pero no conmigo dentro. Además, la película es la tiza".
Los esbirros de la Seguridad
del Estado le preguntaron quién se puso en contacto con él, quién le pagó para
hacer eso, que, si fue la Hija de Maceo, Ana Olema, o los Clandestinos, o
alguno de los revoltosos de San Isidro, el 27 N, o Demóngeles. Pero el joven dijo que no
conocía a nadie de esa gente. Que precisamente, por no tener dinero la película
no había salido aún. Porque la idea principal, por la trama, por el contenido
histórico y toda la carga emotiva de una película que trata la realidad del
presidio político en Cuba, era transmitirla en la Séptima Puerta.
Pero Rolando Pérez
Betancourt, le dijo rotundamente que no, que eso era una locura, que se iba a
ir por los pies. Pero después de quedarse callado varios minutos, como todo
revolucionario oportunista que se respete, le preguntó que cuánto le pagaría.
Pero como no tenía dinero para pagarle, cuadró con Martha Araujo de la Arte 7
para ponerla ahí. Y le dijo que sí, que hasta cuando eran los 15 de Jaquelin.
"Esto no se va a quedar
así", le dijo el descarado de Noya, y lo amenazó con que lo iba a sancionar,
y que personalmente iba a investigar "a todos los implicados para que les
caiga el peso de la revolución encima".
Los del Comité Central no hablaron nada, se pasaron toda la reunión hablando por teléfono.